Artritis es un término que, en medicina, es como una gran bolsa en la que metemos muchas condiciones relacionadas a alteraciones en las articulaciones, los tejidos que rodean las articu-laciones y otros tejidos conectivos del cuerpo; en realidad hay muchas patologías diferentes para las que usamos, en forma general el término artritis. Podemos dividirlas en forma muy general en artritis inflamatoria (como la Artritis Reumatoidea y otras) y no inflamatorias, principalmente degenerativas; entre estas últimas la más común es la típica osteoartritis, otros términos usados para referirse a ella son: “osteoartrosis” (un intento de hacer énfasis en la naturaleza no inflamatoria de esta condición), “enfermedad degenerativa de la articulación”, “artritis degenerativa” o “artritis de la edad”. Esta condición es muy común y está entre las primeras causas de sufrimiento y discapacidad y conlleva un enorme gasto médico en muchos países del mundo. A este tipo de artritis, la Osteoartritis propiamente dicha es a la que me referiré en este escrito; una vez acordado esto debo decir que esta condición es también una bolsa más pequeña en la que ponemos varias tipos diferentes de la enfermedad y que, según estudios de los últimos años, podrían representar enfermedades distintas. De esta manera vemos que, aunque la osteoartritis es una enfermedad sistémica (es decir afecta muchas articulaciones del cuerpo a la vez) hay pacientes que sufren más problemas con sus rodillas, otros con su columna vertebral (ya sea en el área cervical y otros en el área lumbar) y otros padecen en caderas o en las manos. Aunque el padecimiento puede presentarse en varias articulaciones generalmente suele haber uno o dos sitios que presentan más dolor, limitación e incapacidad en las diferentes personas.
Además quiero decir que me referiré, por ahora, específicamente a la Osteoartritis (OA) de la rodilla que es una de las más comunes y posiblemente la mayor causante de discapacidad y pérdida de función de los pacientes. La OA de la rodilla puede afectar una o varias de los tres compartimientos que hay en esa articulación, de modo que su médico le puede confirmar que padece de OA en el compartimiento medial, en el lateral o en la articulación patelo-femoral (es la relación de la rotula o patela con los cóndilos femorales, la porción última del fémur).
Tradicionalmente esta condición fue asociada al “desgaste natural” que tenía el cartílago articular con el paso de los años (envejecimiento) y se decía que tenía que ver solo con la edad y no con procesos inflamatorios ni otros elementos. Y, aunque las causas últimas de estos cambios, no son totalmente conocidas aún, hoy día se acepta que la OA es una enfermedad multifactorial que afecta principalmente al cartílago de la articulación, pero también al hueso que está justo debajo de este (hueso subcondral), al recubrimiento interno de la articulación llamado membrana sinovial y a otros elementos dentro de la articulación como podrían ser los meniscos y los ligamentos internos. Es ampliamente aceptado que hay factores biomecánicos (que actúan a través del tiempo) que afectan estas estructuras, además de factores bioquímicos y también inflamatorios; todo esto con la participación claro está de factores genéticos (que pueden explicar porque dos personas con similares factores de riesgo no desarrollan enfermedad igual). Entre los llamados “factores de riesgo” para padece osteoartritis de las rodillas podemos mencionar:
En cuanto a la obesidad debo mencionar que esta condición predispone a padecer OA de la rodilla por varios mecanismos: no solo es el exceso de cargas día tras día en la articulación, también tiene importancia el “estado inflamatorio” que produce la obesidad. Sabemos que el exceso de grasa corporal promueve una “inflamación de bajo grado sostenida” que afecta todo el cuerpo incluyendo las articulaciones y esto favorece los daños articulares típicos de la OA. Además la mayoría de las personas con sobrepeso / obesidad tienen conductas que han provocado esto como inadecuada alimentación y déficit de actividad física; esto provoca que la persona no tenga una musculaturaadecuada y con esto pierda el factor protector que la fuerza muscular puede ofrecer a las articulaciones.
El síntoma más común de la OA es el dolor; este varia de leve/moderado a severo y hasta incapacitante; al principio el dolor es relacionado a actividades físicas mejorando con el descanso y el uso de modalidades (frío o calor) o medicamentos analgésicos; al avanzar la enfermedad el dolor puede presentarse con alguna actividad o movimiento y durar más tiempo en quitarse, incluso puede molestar en reposo, a la vez que pueden aparecer también el edema (hinchazón alrededor de la articulación) y las limitaciones del movimiento, incluso el “entumecimiento”, este puede observarse, más comúnmente, al levantarse en las mañanas o luego de permanecer mucho tiempo sentado en una misma posición, al reasumir las actividades puede sentir ese “entumecimiento” y dificultad para moverse que dura unos minutos y va mejorando con el movimiento, es lo que en inglés se conoce como “gelling”. Otros síntomas pueden incluir “poping” o “clicking” que son sonidos que pueden producirse en la articulación dañada con el movimiento y roce de sus componentes. Además se ven crepitaciones (“grinding”) que indican el roce anómalo y no fluido entre dos superficies articulares que antes deslizaban fluidamente y sin ruidos ni molestias. Al cabo de un tiempo, los pacientes van dejando de hacer actividades físicas (porque les causa dolor) y esto conlleva otras complicaciones muy importantes de la OA, una de las más problemáticas es la pérdida de masa muscular (sarcopenia, que tiene que ver con el avance de la edad y, por supuesto, con la inactividad física) y la pérdida de fuerza (dinapenia); esta alteración de la función muscular es la más importante determinante de discapacidad futura. Es por esta razón (entre otras) que, a pesar de las dificultades por el dolor, si usted es diagnosticado con OA NUNCA debe dejar de hacer ejercicios, hay que modificarlos, hay que hacer énfasis en algunos, buscando mayor comodidad y menos dolor, pero no se pueden dejar de hacer ejercicios, sobre todo ejercicios de fuerza, porque a la larga termina siendo peor. Finalmente se pueden llegar a observar cambios morfológicos (deformaciones) en las articulaciones.
¿Qué hacer?
El tratamiento de la OA puede incluir varios aspectos, modalidades físicas, cambios en conductas negativas, medicamentos analgésicos, uso de diferentes órtesis y soportes y, sobre todo, ejercicios terapéuticos. Converse con su médico para acordar las mejores intervenciones posibles para usted. Pero por favor asegúrese que se incluyan medidas no farmacológicas para el control del dolor y los ejercicios necesarios para estabilizar las rodillas y disminuir los síntomas. Entre otras debemos usar las siguientes acciones:
En fin, a pesar que la OA es una enfermedad crónica que hoy día aun no podemos curar, hay muchas acciones que se pueden tomar para reducir el sufrimiento y las limitaciones que esta condición impone en los que la padecen. Por favor converse con su médico, o venga donde un especialista, para explorar las muchas posibles intervenciones que lo podrían ayudar.
Dr. Enrique José Mayo
Medicina Familiar y Medicina del Ejercicio